Sennelier nace en 1887, cuando
Gustave Sennelier, apasionado por la química, se establece como comerciante de colores. Trabaja sobre la procedencia de los pigmentos, los prodecimientos de fabricación, las mezclas y la solidez de los colores.
A partir de entonces, la casa de los Sennelier es un punto de encuentro para los artistas. Hay una efervescencia creativa y unos intercambios cotidianos darán lugar a nuevas técnicas y colores únicos. Desde entonces, los colores extrafinos Sennelier están presentes en la mayoría de los grandes museos.
A día de hoy Sennelier se ha convertido en la marca de "referencia" para los artistas, porque siempre ha sabido asociar la tradición de los antiguos maestros a la innovación de la química moderna.